"Está lloviendo bonito, hija", fue lo que dijo mi madre al teléfono, luego de preguntar en qué lugar me encontraba y si estaba bien. Lo de "bonito", viene dado por una lluvia tranquila, en que solo cae agua del cielo, sin viento, sin truenos, sin rayos, solo llueve. Por mis venas corre sangre campesina, de manera que no puedo sino ponerme contenta con la noticia, necesitamos agua, la sequía nos pena seguido y sabemos que falta bastante para superar la que nos agobia por estos días. Y desde luego, en mi familia aceptamos sin mayores lamentos lo que nos toca, una lluvia en estos tiempos afecta la cosecha de mi padre, pero sabemos que el beneficio es aún mayor; puede parecer torpe, pero me hace feliz escuchar a mi papá decir que claro, una lluvia afectará sus plantitas, pero lo importante es que "caiga agüita", para los cultivos de este año. Porque la vida en el campo es constante renovación, se cosecha y ya se está preparando la semilla para una nueva siembra, todo se renueva constantemente y para ello la lluvia es fundamental. Para qué decir lo contentos que deben estar mis viejos representados, crianceros, que recorren el valle buscando lugares donde sus cabritas puedan pastar, la sequía los obliga, por ejemplo, a tener que sacrificar a las crías al nacer, cuando son más de una, porque sin buen alimento, la cantidad de leche que producen es baja, y es más conveniente destinarla a la elaboración de quesos. ¿Cómo no ponernos contentos con la lluvia si sabemos que es beneficiosa para una gran mayoría?.
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