miércoles, 8 de diciembre de 2010

Morir en las jaulas


Hoy tuve un triste despertar, la noticia sobre un incendio en una cárcel, aún sin conocer detalles, hace presumir inmediatamente una tragedia. Creo que todos, o a lo menos una gran mayoría, sabemos de las condiciones del sistema carcelario en Chile, algunos porque cada cierto tiempo, casi siempre cuando ocurren hechos como el de hoy, ven en sus televisores y en la prensa escrita las notas y reportajes, las acusaciones cruzadas entre las autoridades, y un largo e ineficaz etcétera; otros, porque por sus respectivos oficios, conocen de cerca las condiciones en las que "viven" actualmente miles de presos en nuestro país. En mi caso, la experiencia más cercana con este sistema la viví en mi 5º año de universidad, en la práctica que realicé en la ex penitenciaría de Santiago, y en la visita que realizamos con mi curso a la cárcel de Colina; lo demás, simple observación, lectura de los informes que realizan las instituciones relacionadas, seguimiento de los noticieros y programas de reportajes, que estacionalmente abordan el tema y la información que entregan colegas y amigos que trabajan directamente en el sistema.
Más allá de lo que las estadísticas entregadas por el ministerio público, la defensoría penal y otros organismos relacionados puedan decirnos, lo que me tiene tristemente impactada es la reacción y las opiniones que la muerte de 81 personas privadas de libertad ha provocado. Y el impacto a que hago referencia se debe a las opiniones de un largo número de personas que conozco únicamente por lo que escriben en twitter o en sus comentarios en los portales de los medios de comunicación, pero también a la de personas de mi entorno, familiares, amigos y colegas. Transcribo algunos de ellos : "díganme nazi, pero no me puede dar pena, lástima o sentimiento similar la muerte de los presos...al fin la sociedad se limpió de 80 delincuentes.."; "Bueno, una noticia mala...o si vemos el vaso medio lleno...son 40 millones mensuales que habrán disponibles para obras sociales...lástima por las familias y aquéllos que no tenían nada que ver con los flaytes que iniciaron el incendio...".
Cuando leo o escucho opiniones como ésta, la tristeza y el pesimismo inundan mi espacio, porque con ellas, la esperanza de lograr los cambios que nuestra sociedad requiere se diluyen, la explicación sobre la falta de voluntad política para elaborar planes integrales de prevención y rehabilitación se ve superada por la falta de voluntad de la sociedad completa. La indolencia y el individualismo debilitan día a día el ideal de una sociedad equitativa.
Un síntoma más claro sobre una sociedad enferma no puede existir.
Otro síntoma: la cobertura periodística de la tragedia, una conducta reiterada en el tiempo, un comportamiento irrespetuoso e inconmovible con el dolor de las familias de los fallecidos, morbo disfrazado de deber de informar.
Probablemente este "hecho noticioso" será objeto de análisis y discusión por algunas semanas, como siempre, de la misma forma- o a lo menos similiar- a la cobertura que se dio hace unos meses a las condiciones de seguridad de los trabajadores mineros. Sería reconfortante saber que el Estado implemente de una buena vez medidas concretas y eficaces para terminar con un sistema penitenciario inhumano y cruel.
Por ahora, sólo puedo decir que hago un enorme esfuerzo por recuperar y mantener en el tiempo la esperanza.
Y comparto el dolor de las familias que hoy lloran a sus muertos.
Termino mi desahogo con las letras de la Violeta, tan presente siempre....

Yo no protesto por migo
porque soy muy poca cosa.
Reclamo porque a la fosa
van las penas del mendigo.

Potreros con más frijoles
es lo que aquí se reclama.
Pa'l pobre una buena cama
y un cielo con arreboles.

Me amarga la situación
cómo cambiarla pudiera.
Pero ordenaré el problema
al ritmo de una canción.

Me cruzan por la cabeza
como palomas los sueños.
Mi voluntad jura empeño
de arrear con esta pobreza.

Válgame Dios cómo están
todos los pobres cristianos
en este mundo inhumano
partidos mitá a mitá.
Del rico es esta maldad
lo digo muy conmovido.
Dijo el Señor a María
son para todos las flores,
los montes, los arreboles.
¿Porqué el pudiente se olvida?

Si el sol pudieran guardarlo
lo hicieran de buena gana
de noche, tarde y mañana
quisieran acapararlo.
Por suerte que pa' alcanzarlo
se necesitan cojones.
De rabia esconden las flores
las meten en calabozos
privando al pobre rotoso
de sus radiantes colores.

No puede ni el más flamante
pasar en indiferencia
si brilla en nuestra conciencia
amor por los semejantes.


En este mundo moderno
qué sabe el pobre del queso,
caldo de papa sin hueso,
menos sabe lo que es terno
por casa callampa, infierno
de lata y ladrillos viejos.
¿Cómo le aguanta el pellejo?
Eso sí que no lo sé
pero bien sé que el burgués
se pita al pobre verdejo.

No pierdo las esperanzas
de que esto tenga su arreglo.
Un día este pobre pueblo
tendrá una feliz mudanza.
El toro sólo se amansa
montándolo bien en pelo.
No tengo ningún recelo
de verlo vuelto tirilla
cuando se dé la tortilla
la vuelta que tanto anhelo.