miércoles, 14 de julio de 2010

Rumbo a Chungará


Combatir el mal de altura puede transformarse en un gran desafío; el deseo de poder llegar hasta el lago se ve debilitado por la sensación de no poder respirar, por ese extraño ardor en los ojos y nariz, por el adormecimiento, etc. Pero el paisaje lo compensa todo. Durante el recorrido por las localidades de Poconchile, Putre, Parinacota, hasta llegar a Chungará, agradecía la escasa o nula intervención humana en esos lugares, el clima, la altura, etc, se han transformado en protectores naturales de la flora y fauna abundante que existe. Un guanaco al lado del camino nos dio la bienvenida, luego un cóndor que volaba sobre putre, también una vizcacha que tomó sol a escasos metros de donde estábamos y fue lejos la más simpática del viaje, dos alpacas y un llamo escupidor y malas pulgas domesticados cerca del retén de carabineros, y más arriba, decenas de alpacas, llamas y vicuñas pastando en los bofedales. DUrante el viaje, pensaba en lo que había leído hacía unos días sobre el anuncio presidencial, refrendado por un alegre ministro de minería, sobre la idea de desafectar entre un 5 a un 15% de la superficie total del Parque Nacional Lauca (reserva mundial de la biósfera) para permitir la explotación de la minería. Espero que no sea más que una piñericosa que quede solamente en el dicho. Al subir, entre la somnolencia generada por la altura, de pronto aparecen, imponentes, los volcanes Payachatas, los que acompañan hasta llegar a nuestro destino: el lago Chungará. Un breve tiempo en ese lugar basta para poder regresar a casa agradecida de tener la posibilidad de estar ahí.

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